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Ello implica que el control de las orugas de esta plaga deba realizarse con mayor antelación a campañas anteriores.

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Las temperaturas más elevadas de los meses de enero -un grado más que en 2023- y febrero -cuatro grados más- han provocado que la eclosión de los huevos del taladro de la alcachofa se haya adelantado con respecto a campañas anteriores. Esto implica que los tratamientos y controles de las orugas de esta plaga deban realizarse con una mayor antelación durante la presente.

La Estación de Avisos de INTIA ya constató inicios de eclosión a principios de enero en porcentajes muy bajos, que después sufrieron un ligero parón, pero que volvieron a rebrotar a lo largo de febrero, por lo que el pasado día 20 dio aviso de tal circunstancia, una notificación que normalmente se solía dar a comienzos y mediados de marzo.

El taladro de la alcachofa (Gortyna xanthenes) es un lepidóptero con un ciclo anual que vuela entre los meses de septiembre y diciembre momento en el que las hembras realizan las puestas de huevos. En invierno se produce la eclosión y las orugas que salen de ellos entran en los nervios de las hojas y en los tallos. Desde aquí se dirigen posteriormente hacia el tallo principal, que es donde se van alimentando y realizando galerías hasta alcanzar el estado de crisálida.

Estas galerías pueden llegar hasta los capítulos floreales afectando al producto final de venta. Además, al final de su ciclo las orugas bajan a la base del tallo para crisalidar en las zuecas, dificultando el brote de las estacas la campaña siguiente.